La estrecha y fructífera relación entre el Museo de Bellas Artes de Asturias y el Museo Nacional del Prado se ha concretado de diversas maneras a lo largo del tiempo. La más importante ha sido el gran número de depósitos que el Prado ha ido realizando durante años en nuestra institución, hasta alcanzar la cifra actual de 55 obras, divididas en 49 pinturas y 6 esculturas, que recorren algunas de las páginas más interesantes de la historia del arte asturiano y español, pero también internacional, comprendidas entre los siglos XVI y XX. Desde 1889, año del primer depósito realizado en el Museo de Pinturas de la Academia Provincial de Bellas Artes de San Salvador de Oviedo, de cuyos fondos se nutre una parte de la actual colección del museo asturiano, hasta 2023, en el que se han efectuado los ocho últimos, esa relación ha sido fluida y constante, teniendo en 1990 un momento decisivo con la incorporación de una veintena de obras.
Una parte importante de estos fondos recorre interesantes aspectos de la pintura italiana de los siglos XVI y XVII, con obras de Tiziano, Guido Reni y su taller y Andrea Vaccaro, entre otros. La pintura flamenca tampoco está ausente, con dos soberbios ejemplos del taller de Pedro Pablo Rubens entre otras obras, lo mismo, aunque con mayor fuerza, que la pintura española de los siglos XVI, XVII y XVIII, con interesantes lienzos del círculo de Juan Pantoja de la Cruz, José de Ribera, Taller de Diego Velázquez, Francisco Rizi, Bartolomé Esteban Murillo o Luis Meléndez. Por otro lado, autores como Cecilio Pizarro, Antonio Pérez Rubio, Germán Hernández Amores, Vicente Poleró, Carlos de Haes, Ignacio Díaz Olano y Eusebio Pérez de Valluerca, entre otros, engrosan la parte de arte español del siglo XIX reforzada con esos depósitos. Un contingente muy importante de los mismos también atiende, como no podría ser de otro modo, a la historia de la pintura asturiana del siglo XIX y primeros compases del XX, con decisivas obras de Dionisio Fierros, Ignacio Suárez Llanos, Julia Alcayde, Luis Menéndez Pidal, José Uría, Juan Martínez Abades y Ventura Álvarez Sala, que constituyen ya importantes referentes de nuestra colección permanente. Por otro lado, en los dos últimos años también han ingresado cuadros de artistas que aunque no nacieron en Asturias, hicieron de temas o rincones de nuestra región, bien por su paso por ella, bien por imaginarlos desde la distancia, el motivo de sus creaciones. Ellos son Paulino de la Linde, Joaquín María Herrer, Agustín Lhardy, Antonio Amorós y Botella, José Robles y Tomás Campuzano. Y finalmente está el apartado dedicado a la escultura, con piezas muy significativas depositadas por el Museo del Prado y datadas en los siglos XIX y XX de José Gragera, Antonio Solá, Elías Martín Riesco, Manuel Menéndez Entrialgo y Cipriano Folguera, entre otros.
En definitiva, todo un conjunto de obras que contribuyen a fortalecer de manera decisiva nuestra propia colección, así como a presentar una completa visión de la historia del arte que desde nuestro museo proponemos.
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