Ni un solo día sin pasión ni entusiasmo
Francisco Calvo Serraller, Director del Museo, 1993-1994
Ser director del Prado fue bueno en todos los sentidos menos en el material. Aunque yo cobraba el mismo sueldo que de catedrático, tenía imposibilitadas otras formas que antes tenía para completar no solamente mi economía, sino también mi espíritu porque de catedrático podía tocar muchas más teclas.
Es tan absorbente que no tenía un minuto libre. A pesar de los pesares, tengo muy buen recuerdo de mi paso fugaz por el Museo. Primero, porque desde que me nombraron hasta el último día que dimití, todos los días fui al Museo, incluidos domingos, sábados, Noche Buena, Navidad, Reyes y lo que fuese. Yo ni un solo de los 200 días y un poco más que estuve como director, dejé de ir. Me lo tomé con mucha pasión y entusiasmo.